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La Plata, Buenos Aires

martes, 28 de abril de 2009

Ni el verbo, ni el grito, en el principio fue el bostezo, como cada mañana. Antes del verbo viene el grito, pero antes viene el bostezo. Y después sí, surge el grito, un grito de tristeza, de horror, un grito de rabia, un grito de rechazo: ¡NO, hoy no voy a trabajar! ¡NO, hoy no voy a la facu! ¡NO, hoy no voy a la escuela!, según sean las obligaciones de cada cual. "El tiempo es mío y me lo tomo, ¡salud!".

La revolución del ocio empieza con la fiaca que da levantarse de la cama, o del puf (o fiaca), para cumplir con la función de engranaje, de darle cuerda al reloj. Después viene el no, que lo haga Magoya, basta. Y por último, el verbo, la acción: me leo un libro, me duermo una siestita, miro una peli, me voy a tomar unos mates a lo de Tal, me acuesto con Cual, me voy a dar una vuelta con las chicas, me voy a jugar a la pelota con los pibes, me voy a tocar el tambor al bosque, arranco un viaje por América Latina, me anoto en teatro, etc.

Y así nos empezamos a juntar, a divertir, a disfrutar, a desempolvar, a jugar, a reir, y nos tomamos confianza, y nos tomamos, y nos tomamos, y nos tomamos, y al fin nos agarramos una curda de esperanza (¡salud!), que sueña con tomarse vacaciones de esta joda para siempre.

Muy a propósito de todo esto, les dejamos esta escena de La Fiaca (nuestra película de cabecera), de Fernando Ayala, basada en la obra de teatro de Ricardo Talesnik, con los irreconociblemente jóvenes Norma Aleandro y Norman Briski. También, como para acompañar los parafraseos de La Tabaré y John Holloway, les dejamos a mano estos links a entradas anteriores: Ocio o muerte, venceremos y "¡El tiempo es mío y me lo tomo, salud!".

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