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La Plata, Buenos Aires

viernes, 27 de noviembre de 2009




A falta de tiempo para un post propio, retomamos un texto que escribió un integrante de La Grieta cuando se terminaba la Muestra Ambulante IV, un poco para insistir (ver Revolución ociosa en Meridiano V)en la recomendación de conocer/vivir la experiencia y otro poco porque nos gusta el texto. Además, en la barra roja de la derecha agregamos un apartado con la información del día de la Muestra, directo desde su blog.


Son reflexiones sobre el vagar, la ciudad y la Muestra Ambulante. Después de leer lo que les pegamos abajo (vía Crudos), puede que tengan ganas de leer algo  más largo, que profundiza un poco más en el "perderse en la ciudad" (en ese caso, clic acá).



DERIVAR

Contra la circulación. Derivar es vagar, perderse en la ciudad. La posibilidad de construir ciudades móviles, ciudades encima de otras ciudades, ciudades superpuestas a otras ciudades, ciudades que los actores cambian todo el tiempo de lugar en la medida que las referencias espaciales para orientarse van mudando de lugar a medida que avanzan en la exploración-experimentación. “Perderse” hasta perder el tiempo, hasta descubrir nuevos recovecos en los espacios que hasta ayer sabíamos de memoria. Perderse y mapear una cartografía paralela, loca, que nos invita a seguir perdiendo el tiempo, a colgarse, a quedarse papando moscas, boquiabiertos, extasiados. Fluir será el modo incorrecto de ir forjando una sensibilidad saltimbanqui, pero también, y acaso por eso mismo, la manera de llamar la atención de aquel vecino siempre alerta, atrincherado, enjaulado, paranoico, que sólo percibe al otro a través de su televisor o el parabrisas de su coche. 

  La aventura: más allá de la realidad.

No se trata de interpretar sino de transformar. Por eso el formato realista no agota nuestras expectativas. Estar en el barrio no significa necesariamente que haya que habitarlo con el lenguaje de todos los días. La muestra ambulante no subestima a los vecinos. Pero la Muestra ambulante quiere ponerse más allá de la literalidad televisiva a la que solemos acostumbrarnos. No intentamos llamar las cosas por su nombre sino encontrarles nuevos nombres a aquello que vamos tanteado entre todos.



ERRANCIA


Del centro a la periferia, de la galería a la verdulería, es nuestra consigna. Primero fue la enrancia (ambulancia), desencajar el arte de la vitrina, ponerla más allá de aquellos espacios que nos convocaban sólo como espectadores. El museo es una burbuja sin oxígeno., cada vez más asfixiante y, para colmo, un lugar lleno de goteras. El museo es un espacio monótono que se dispone para la repetición. Cuando entramos a una galería nos movemos como si estuviéramos autotransportados en una cinta de montaje. De un cuadro vamos pasando a otro cuadro y así hasta terminar la serie. Una forma de caminar que nos recuerda el lugar de espectadores que tenemos asignado. Como dijo Christian Ferrer, “hay exposiciones y hay expos. Las hay universales, las hay coloniales, las hay de gira en gira -de ciudad en ciudad-, las hay para todos los gustos; a veces, muy pocas, nosotros mismos nos exponemos, y hay (época ubicua la nuestra) exposiciones. Pero nunca antes habíamos conocido una exposición fragmentada que circulara por una ciudad, soslayando esa reserva ecológica para pintores llamada galería. Una muestra intermitente e inmejorablemente pública. Una muestra nómade. Las cosas, los cuerpos y las palabras se mueven, intercambian y transmutan constantemente. El fundamento mismo de la creación es nómade.” La Muestra Ambulante se propone trasladar el arte de los lugares convencionales (galerías y museos en el centro de la ciudad) al barrio, instalarlo en la vida cotidiana de los vecinos, en los comercios, en los garajes particulares o en sus instituciones civiles (bibliotecas, escuelas, jardines, clubes, centros culturales).
   



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