¡Ocio o muerte, venceremos!

En el día fiaca por excelencia, arrancamos este manifiesto citando un comentario parafraseado de nuestra primera entrada, como señal de lo que sigue: un rejunte de frases que (de)muestran que esta revolución empezó hace tiempo, con otras muchas voces.

Probablemente la frase más linda y contundente sea la de Gotthold Ephraim Lessing, que decía en el siglo XVIII:

"Seamos perezosos en todo, excepto en amar y beber, excepto en ser perezosos."

Un siglo más tarde, su "admirador" Paul Lafargue se tomaría el trabajo (cuac) de escribir un manifiesto del ocio: El derecho a la Pereza, que comienza denunciando:

"Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo. Hombres ciegos y de escaso talento, quisieron ser más sabios que su dios; hombres débiles y despreciables, quisieron rehabilitar lo que su dios había maldecido."

Mucho más acá en el tiempo, hace apenas unos años, John Holloway se hacía eco de estos pensamientos en su famoso Cambiar el mundo sin tomar el poder, reivindicando la pereza como acción revolucionaria:

“No hay nada más incompatible con la explotación capitalista que la pereza. (…)Hacer, en el sentido que lo entendemos aquí, incluye la pereza y la prosecución del placer, prácticas que son negativas en una sociedad basada en su negación.”

Por eso amig@s perez@s, empecemos a tomarnos la vida más en serio que parece que es una sola. Desatemos la revolución. ¡Ocio o muerte, venceremos!