Don Lunfardo y el Señor Otario, una de las bandas más convocantes de la ciudad

La trayectoria de Don Lunfardo es extensa e intensa, y por eso nos pareció que la nota de Plaza Demo que les dejamos era una buena forma de presentarlos. Aunque para muchos DLSO no necesita presentación, pero en este blog hemos dicho realmente poco sobre ellos, y nos parece que por convocatoria y años de ruedo se merecía algo más.

Vía Plaza Demo
Don Lunfardo, la lengua popular
Con más de una década sobre los escenario, Don Lunfardo y el Señor Otario se constituye como una de las bandas de mayor convocatoria de La Plata, apelando a un discurso combativo, la autogestión y la búsqueda constante de nuevos rumbos.  Disfrutá del video.

"Habla que originariamente empleaba, en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, la gente de clase baja. Parte de sus vocablos y locuciones se introdujeron posteriormente en la lengua popular y se difundieron en el español de la Argentina y el Uruguay”. Así define el mataburro (perdón, el diccionario) de la Real Academia Española a esa emblemática jerga llamada lunfardo. Existe también una segunda y curiosa acepción oficial: “delincuente”. Y quizá sea ese territorio, entre la búsqueda de un lenguaje propio y los márgenes, el que le guste y en el que sepa moverse ese ficticio personaje llamado Don Lunfardo. Desde hace más de una década, camina a paso versátil pero firme, las calles platenses (y más allá) constituyéndose en un inusual fenómeno de convocatoria y devoción del rock local, sin por ello andar sujetos a reglas de oro o fórmulas de plomo.

Desde aquellos reducidos e intensos recitales en Casa del Pueblo o las pequeñas giras costeras de la mano del “disco verde” a 5 pesos,  hasta los shows en grandes locales bailables para miles de seguidores, fueron muchos los cambios para Don Lunfardo y el Señor Otario: de la canción testimonial, tan candorosa como valiente de los primeros años, entre las rimas ingeniosas y el lunfardo anacrónico a estos últimos años, con temas oscuros, elipticos y cáusticos, plagados de alegorías filosas, vocablos apocopados, instantáneas del apocalipsis now, fotografías de abismo, con una poética que oscila  entre cierto imaginario allá Solari, la poesía cruel de un Discépolo tripeado y hasta sesgos de nomenclatura tumbera. También la banda pasó del rock rioplatense al espíritu del libertinaje alterlatino arribando actualmente en un sonido oscuro, denso, experimental asfixiante por momentos, épico por otros, obsesivamente atiborrada de efectos, capas y colores. En un rock donde muchos elogian peligrosamente diciendo "No cambies nunca", los Lunfardo aprovechan el crédito de la gente y se mueven constantemente. Incluso cuando eso implique algún porrazo.

Un indicador de ese crecimiento estructural y la autogestión total (desde los afiches, hasta los creativos envases de los discos) debe ser la cantidad de recitales realizados en los últimos tiempos. "En el año hicimos dos fechas: una en La Plata y otra en Temperley. Fue un año sabático. No ensayamos nada. Después del año pasado, que cumplimos diez años e hicimos una fecha  bastante larga y agotadora… nos tomamos un año sabático”, introduce Luciano Angeleri, el Chino. “Cumplimos diez años, veníamos ensayando mucho, todo los días. A la larga…” no termina de cerrar la frase Diego Ocampo. Juan Calabró remarca que cuando presentaron Paracaidistas… “tocamos una vez por mes. Debido a eso hemos decidido tener una año más tranquilo”.

Y entonces el Chino comienza con su labia encendida, arrebatada, zigzagueante e interesante. “Y por ahí, siendo independiente, en 11 años te tomás 9 meses… un período de gestación. Capaz que estando con una compañía no te tomás nada pero estás con cara de ojete con la otra persona. Nosotros la verdad que no teníamos ganas de ensayar”, confiesa  el cantante y continúa: “Tampoco se decidió mucho. Sí fue el punto culmine la fecha de los diez años, que laburamos muchísimo e hizo un parate que salió de la nada… En todo ese tiempo uno crece muchísimo. Yo creo que fue muy productivo. Veníamos nosotros -y más cuando éramos más guachos- de un proceso constante y rutinario de laburo. Muy peronista… esto es el fruto de ese laburo. Pero a la hora de hacer las cuentas, de que ya estás grande y que no es lo mismo, tenés 30 años, y el pescado sin pescar… evaluás un montón de cosas… tu segundo vale y ya estás podrido de estampar los afiches, además de salir a pegarlos. Nosotros siempre fuimos unos enfermos de encargarnos de todo… nos cuidamos de las hormigas y después nos cogen los elefantes… Es complicado, pero no renegamos. Siempre tuvimos claro que no íbamos a vivir de esto”. Diego Ocampo remarca el vértigo que implicó la banda en cierto momento: “Tocando mucho, no tenías tiempo para nada. Parar un segundo: una fecha, otra fecha, otra fecha…”. “No íbamos a nuestros cumpleaños…-acentúa el Chino-. O en los cumpleaños se armaban altos bondis. ¡Seguir hablando de la banda! Y no tenés un bache para vos…”. Calabró concluye: “No existía el momento a canalizar”.

El parate sirvió al grupo para hacer un balance de la década recorrida: “Cuando pasa esto de ver la banda de afuera, empezás a vislumbrar cosas que antes nos veías. Y empezamos a ver que tan mal no hicimos las cosas. Y que el “disco verde”, que cinco años atrás quizá lo denostábamos, vimos: ¿qué edad teníamos? ¿Qué hicimos? Y darnos cuenta. Siempre por suerte, desde temprano, nos chupaba un huevo el público. Tenemos obviamente el respeto, y es nuestros máximo código. Pero nosotros siempre hacemos lo que queremos, respetando a la gente, claro…”.

Algo que marcó a Don Lunfardo-y a todo un país… o así debería ser- es la tragedia de Cromañon. “No vamos a ser tan hipócritas de no tener en cuenta lo que pasó con Callejeros -dice honesto y brutal el Chino-. Por suerte hemos cometido un montón de estupideces más grandes y tuvimos mucha suerte… no nos pasó nada. Lo vivimos de toque y pudimos asustarnos lo suficiente para poder bajar cinco mil millones de cambios. Yo creo que es adrede: hacemos lo imposible para no llevar gente…”.

 A pesar de  convocar miles de pibes (lo cual supone para la industria un potencial negocio más que jugoso) DLSO ha tomado siempre la posta no sólo estética del primer Patricio Rey sino a la filosofía y ha priorizado la idea de camino por sobre la de carrera. “¿Hacia dónde, aparte? -enfatiza El Chino-. Ese sueño americano mentiroso, de vivir de la banda… nunca nos lo comimos”.
“Nosotros creemos que somos una de las mejores bandas del rock nacional, lejos -desafía el Chino- Y la banda under de más convocatoria de la Argentina. Y no salimos en ningún lado. La Rolling Stone hizo una notita chiquita, La Mano hizo una entrevista y no la publicó. Nos chupa un huevo. Recibimos un montón de ofrecimientos… pero ¿vamos a firmar ahora?"

Y prosigue, tan aleatorio como interesante: “Nosotros venimos vaticinando lo que está pasando ahora. Los periodistas se tienen que dar cuenta de las virtudes nuestras. Todos decían que era un disco muy panfletario, nosotros cantábamos temas como “1976”. Cuando nadie tocaba eso, cuando te pinchaban el teléfono o te perseguía la policía de Duhalde… hicimos un montón de cosas. Teníamos 17 años y cantábamos esas canciones… Nosotros por ahí vivimos una época que éramos muy politizados para lo despolitizada que estaba la sociedad”.

El Chino asegura que “cualquier otra banda no hubiera tolerado un montón de cosas”, que si hubieran firmado con una compañía, el adhesivo ‘Droga’ estaría rotando en todas las radios”, pero asume: “Los que tienen la receta para que esto salga, se te cagan de la risa. No estamos inscriptos en SADAIC, somos un horror. Pero lo que se nos planteó es hasta que punto ser independiente… no podes ser independiente en todo… estás zarpado en trosko, sos un tirapiedras bárbaro. Por ahí bajamos un toque la realidad”.

Otra de las gratas pero extrañas situaciones que agravien es la cantidad de chicos que con sus propios grupos y canciones toman como referente a DLSO. “Para mí es un orgullo -no oculta el Chino-. Ahí es donde uno toma conciencia: estamos hasta las manos. Y nos preguntamos ¿qué les dejas? Hay que ver qué les estas diciendo, qué les queda… es un compromiso muy grande”.
Los DLSO le cantan a la ciudad que aman y entre otras razones, por su rock. “Crema del Cielo, Norma, Mostruo y El Mató son algunos de los grupos que nombran. “Yo voy a ver todo el tiempo -cuenta el Chino-. Siempre digo y todos se cagan de la risa: La Plata es la Manchester de Sudamérica”.

Al pasar, el Chino asevera que le hubiera gustado tener este gobierno “de pendejo” y cuando se consulta sobre el nuevo disco, el baterista toma la posta: “Material hay. No sé… lo lindo es que no sé para adonde va a ir. Para un lado nuevo seguro”.

Para un lado nuevo. Corte que hay que ranchear para rescatarse de toque que el Lunfardo hoy es otro. Y al igual que cambian los modismos y los lenguajes, DLSO atraviesa, aprende y disfruta del movimiento constante y sabiendo que si hay cosas en el mundo que lamentablemente no cambian, ahí va estar la voz de Don Lunfardo buscando una nueva y justa- palabra.






Yapa, entrá a la web de Don Lunfardo y bajate su último disco, Paracaidistas en franco retroceso