Diego Capusotto y Pedro Saborido se van para arriba como pedo de buzo (perdón por la expresión, no se nos ocurrió otra imagen tan clara). En su haber constan cuatro temporadas del programa que fue transmitido y retransmitido por aire y el cable (Canal 7 y Muchmusic), telonear a Soda en su efímera vuelta, sacar dos DVDs con las temporadas de 2008 y 2009, lanzar un programa de radio de antología como Lucy en el cielo con Capusottos, e incluso escribir un libro que repasa el delirio del programa (pueden chusmear un capítulo acá). Pero a este verdadero multimedio le siguen agregando soportes estos entusiastas de la autogestión: ¡en el Cosquin Rock van a poner un museo del programa!
¿No será mucho? Parece que no. En una entrevista con el diario La voz del interior (Córdoba), Saborido dice que "es como mostrar el programa, pero en calzoncillos y camiseta", porque "la idea central de esta movida es mostrar el laburo de la gente que trabaja dando forma a los elementos que después usan los personajes".
Entre las "piezas de museo" que se destacan van a estar: las naves del comando peronista y el montonero mágico, de Bombita Rodríguez; el perreador de Latino Solanas; y los pobres animalitos de Violencia Rivas. Nada con demasiado orden, aparentemente, pero alcanza para evocar los grandes momentos del programa.
Para cerrar les dejamos una perla que consiguió el citado diario cordobés: una nota de Juanse, ¿reivindicandose? por aquel enojo que había tenido en su momento cuando se sintió identificado/agredido con Pomelo, sin que nadie diga nada. Las acotaciones entre parentesis son nuestras.
"Diego es un genio"
Por Juanse
No tengo ningún tipo de rivalidad con Diego Capusotto. Él construyó un personaje para que todos nos divirtamos; soy solidario con esa idea. Es como si Luis Alberto Spinetta se enojara por el personaje Luis Almirante Brown. Diego Capusotto es un genio, no queda la menor duda. Y es un gran honor haber inspirado a Pomelo (¡no! ¡reconocerlo nunca! ¡Pomelo es un tarado! lo sabes, ¿no?). Sentí tal cosa una vez que lo comprobé, porque pasó mucho tiempo sin que me diera cuenta que yo era ése (...). Es muy halagadora la situación (...), me transforma a mí en una especie de ícono (sí, de lo jodida que puede ser la droga para tu cabeza...), y no merezco ese lugar de privilegio, para nada (sí, lo mereces...).
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