Fiaca Facebook Fiaca Twitter Fiaca Youtube Fiaca RSS

Subscribite vía mail:



La Plata, Buenos Aires

jueves, 29 de abril de 2010



Hablar de un Top Ten del nuevo cine argentino garpa, por lo menos fuera del círculo de cinéfilos. Pero claro, no es el caso de la filial argentina de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI), que son amantes del cine y se ven obligados a renegar un poco del mote que cargan las películas nacionales de la última década. Estos muchachos y muchachas hicieron un libro online, gratis y en desarrollo permanente, que si bien en la introducción se presenta mucho con la frase que da título a esta nota, en realidad eligieron la mejor película y otras 9 (que al final son como 15) de la última década del cine argentino, y escribieron un artículo de cada una.



Les dejamos el famoso "ranking" y unos párrafos que lo describen/explican/analizan un poco. El libro lo ven con un clic acá

Mejor película:
La ciénaga, de Lucrecia Martel

Mención especial:
El aura, de Fabián Bielinsky

El Top Ten lo completan, en orden alfabético:
El bonaerense, de Pablo Trapero
Los guantes mágicos, de Martín Rejtman
Historias extraordinarias, de Mariano Llinás
La libertad, de Lisandro Alonso
Los muertos, de Lisandro Alonso
La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel
Nueve reinas, de Fabián Bielinsky
Los rubios, de Albertina Carri


Tres por dos. Hasta tal punto ese Top Ten es reflejo de ese amplio universo que es el cine argentino de la década que pasó, que los tres cineastas que están representados allí con dos películas cada uno bien podrían ser (o haber sido, en el caso de uno de ellos) representativos de esa variedad de tendencias en el cine argentino y en la mirada de la crítica sobre él. Lucrecia Martel aparece allí con dos títulos: La ciénaga y La mujer sin cabeza. Fabián Bielinsky, fallecido en 2006, tiene otros dos, sus dos únicos filmes: Nueve reinas y El aura. Y Lisandro Alonso tiene dos también: La libertad y Los muertos. Poco y nada parece unir al cine de Alonso, en principio, con el de Bielinsky (aunque yo apostaría que se merecen un texto que conecte, especialmente, El aura y Los muertos), mientras que Martel parece pivotear en medio de ambos “extremos”. El cine de Fabián, como una muestra representativa de un cine comercial de autor, con temáticas y obsesiones personales pero con una llegada al gran público. El de Alonso, como un cine de ideas radicales de puesta en escena, pero con filmes de improbable destino comercial y enorme aceptación entre un número reducido de espectadores y críticos. El de Martel, en tanto, con sus vaivenes, aparece como un cine de autor en el formato, si se quiere, más tradicional y “europeo” de la palabra: una realizadora reconocida mundialmente, con un público relativamente amplio y fiel, pero con suficientes “particularidades” como para mantenerse siempre en el enrarecido universo del llamado cine-arte. También los distingue su exposición comercial: el público de Bielinsky se contaba por millones y sus filmes aparecían en todas las cadenas multinacionales. El de Martel recorre un circuito más acotado y sus espectadores, al menos en la Argentina y dependiendo de cada filme, son alrededor de una décima parte del promedio de los filmes de Bielinsky. Y el de Alonso, hasta el momento, se ha mantenido fuera del circuito comercial, con la Sala Lugones como bandera y con una cantidad de espectadores que podría ser resumida como la décima parte de los de Martel. O el 1% de los de Bielinsky. También los separan sus formatos de producción, sus presupuestos (grandes, medianos, chicos) y, en buena medida la composición de sus elencos (de muy conocidos a no actores, aunque con excepciones). Pero esos tres realizadores -esas seis películas- son, a su manera, un reflejo de la amplitud del cine de esta década.

Y todo lo demás también… El Top Ten lo completan películas de Pablo Trapero (El Bonaerense), Martín Rejtman (Los guantes mágicos), Albertina Carri (Los rubios, único “documental”) y Mariano Llinás (Historias extraordinarias), también muestras claras de esa diversidad del cine de la época. Y por debajo de ese limitado número de diez, también con muchos votos, aparecen otros títulos importantes del cine argentino como Bolivia y Un oso rojo, de Adrián Caetano; Ana y los otros, de Celina Murga; Leonera, de Pablo Trapero; La niña santa, de Lucrecia Martel; La antena, de Esteban Sapir; Yo no sé qué me han hecho sus ojos, de Sergio Wolf y Lorena Muñoz; Nadar solo, de Ezequiel Acuña; Aniceto, de Leonardo Favio y Como pasan las horas, de Inés de Oliveira Cézar. Y la lista podría seguir, incluyendo más y más títulos. De la misma manera en la que podría modificarse, de aquí a dos, tres, cinco años, cuando se vuelva a poner en perspectiva una década que acaba de terminar.



0 comentarios :

Publicar un comentario

¡No te pases de fiaca, dejanos tu comentario!