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La Plata, Buenos Aires

jueves, 23 de diciembre de 2010



Hoy toca el Chango Farías Gómez, un grande de la música popular argentina, con amigos como el Mono Izarrualde. Es a las 21:30 en Ciudad Vieja, 17 y 71. Les dejamos una nota de hace unos días de Tiempo Argentino, y un canción al final del Chango con Mercedes Sosa.

ENTREVISTA AL CHANGO FARÍAS GÓMEZ
“Me molesta que me definan mal”


A 50 años de la fundación de los Huanca Huá, el incansable músico y compositor armó una nueva agrupación. Y la bautizó Orquesta Popular de Cámara Amigos del Chango.

Se llama Juan. Pero nadie lo conoce por ese nombre. Para todos es, simplemente, El Chango: El Chango Farías Gómez. Su primer grupo fue Los Musiqueros, que integraba junto a Hamlet Lima Quintana y Mario Arnedo Gallo.
Más tarde, en 1960, de su mano vino una de las primeras revoluciones para el folklore, los Huanca Hua, el grupo que había formado con Pedro Farías Gómez, Hernán Figueroa Reyes, Coco del Franco Terrero, Guillermo Urien. Luego también llegaría su hermana, Marián Farías Gómez, para remplazar a Figueroa Reyes. Su modo de interpretar la música folklórica, con complejos arreglos vocales, polifonías, más el uso onomatopéyico de la percusión, provocaron aquella famosa anécdota en la que Atahualpa Yupanqui los definió como “ese grupo en el que uno canta y los otros le hacen burla”.
A la vuelta del exilio, Farías Gómez trajo nuevos revuelos a la música popular: armó MPA (Músicos Populares Argentinos) con Peteco Carabajal, Verónica Condomí, Mono Insarrualde y Jacinto Piedra, que incorpora el uso de batería, bajo y guitarra eléctrica. El grupo se disolvió con la llegada de los ‘90, aunque en esa misma década Chango armó La Manija, un nuevo hallazgo para la música argentina, con el que agregó a su repertorio candombes y rumbas africanas. “El bombo es una herencia de los árabes”, afirma el músico, como un ejemplo de cuánto más se puede ampliar su música.
Este año, Farías Gómez armó otra agrupación con la que se está presentando en el Chacarerean Teatre. Se trata de la Orquesta Popular de Cámara Los Amigos del Chango, integrada por nueve músicos que tocan guitarra, bajo, piano, saxo, trompeta, batería y bandoneón, bajo la dirección de Farías Gómez.
Después de su debut con la orquesta, y mientras el Chango viaja a 3 de Febrero para participar como jurado del Pre Cosquín, el músico recibe a Tiempo Argentino.

−Estás al frente de una nueva agrupación… ¿qué se viene?
−Siempre la base de lo que hago es la de nuestra música. Esto es algo más de lo que hice siempre, con estos nuevos chicos, siempre estamos tocando. Esta orquesta es una orquesta popular en que diez tipos completamos las ideas musicales. Está el proyecto de hacer una orquesta escuela, discutir con el conjunto cómo se escribe y cómo se toca esta música, siempre pienso en que tenemos que crear una escuela de música argentina y sudamericana.
−Decías que no te gusta que se hable de folklore.
- No. No acepto contradicciones: en sí misma, la música llamada folklórica es un desatino hoy porque todo el mundo sabe quién es el autor. En algún momento en Buenos Aires los músicos y concertistas la llamaban música nativa, arte nativo, al ponerle folklore le hicieron, lo que define Arturo Jauretche, ponerle un criterio de centro, es una manera de desnacionalizar. En base a este concepto es que hago estas cosas. Este es un largo camino que comenzó hace por lo menos 50 años. Por ejemplo, intentar hacer una lectura académica de las partituras es algo casi imposible no porque no se puede llevar a una partitura la música popular, sino porque tiene que ver con cómo la tocás.
−¿Cuán difícil es hacer este camino dentro de la música?
–Es muy difícil, porque es una militancia. A veces los compañeros no aguantan tanto, porque se va haciendo luz, pero es de a poco. Con los Huanca, lo armamos porque los directores de coros no tenían un repertorio de música popular, y eso me hizo pensar que podía hacer esta historia. Fue una especie de explosión pero hoy en la actividad coral, se incorpora algo de este repertorio. Lo mismo pasó con la MPA la discusión era que no se podía tocar esta música con instrumentos que no eran propios ni conocidos. El tema es que la mayoría de los instrumentos que tenemos son de músicos europeos: con ellos hicimos nuestra música, que lo podés llamar en todo caso música argentina. En MPA lo puse a Peteco a tocar la guitarra eléctrica, teníamos bajo, batería… Y ahora, resulta que le dicen folklore moderno; también hablan de fusión, qué es fusión, en realidad, es “con-fusión”. Siempre uno piensa que se quiere civilizar algo, pero no, hay que pensar y basarse en el tratamiento que le damos a esta música, que es de un rigor, muy importante. Tenés compositores como el Chivo Valladares, de quien hacemos “Canto a la Telesita”, y cuando lo escuchás, te das cuenta que este hombre está en crisis con lo que compone, adelantó su época, es lo mismo que con el Cuchi, son tipos que estaban más allá.

Durante su show, el Chango se anima a un poco más que la música. Habla de historia, y reniega con los modelos culturales. “Una vez estaba en Santiago del Estero y entro a un negocio a comprar chipá. El dueño me contestó que ahí no venden comidas regionales”, cuenta el músico como un ejemplo más de cómo ve él que se impone la cultura.
–Además de la música, leés algunos textos y parece que hasta das clases, son muchas cosas para expresar, ¿no?
–Eso me dice por ahí mi mujer también, no tengo 15 años, ni 24, a mí me molesta que lo uno hace los demás lo definan y lo definan mal, entonces, tenemos que ponerle un poquito de esos condimentos. La escucho a esta mujer, a Lilita Carrió, y estoy leyendo a Sarmiento, escucho a Lanata decir que estamos en el orto del mundo, ¡Pobre señor! ¿Por qué no se va a donde a él le gustaría estar? Tenemos tantos personajes… mirá el ministro de la Ciudad de Buenos Aires, implicado en algo atroz como el espionaje! Entonces, cómo no voy a leer y voy comentar estas cosas, es necesario que se hable de todo esto.



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