La Noche de Garufa, lunfardo y carnaval
Considerando que por lo menos la mitad de la ciudad debe estar buscando un rinconcito donde no se hable de fútbol, les dejamos una nota sobre La Noche de Garufa, una banda de rock local. Pasen, lean, escuchen y vean.
Para escuchar mientras se lee: http://www.myspace.com/lanochedegarufa
Vía Diagonales
"Esa noche, en el Germinal, mientras oíamos tangos, Grungtvig me dijo casi todo lo que sé de Vermehren. La noche siguiente volvimos a reunirnos. Me completó los datos sobre Vermehren y vimos la madrugada, melancólicos y fraternos, conversando sobre lo estéril, sobre la decorosa repugnancia que todos tenemos por las autoridades, convencidos del porvenir desesperado de la política en la tierra y, en especial, en la República; pero no sentíamos como una desdicha nuestras predicciones y nuestra resignación; los tangos que llegaban a ser 'Una noche de Garufa', 'La viruta' y 'El Caburé', nos animaban al dinamarqués y a mí, de un secreto patriotismo común, de una indiscriminada voluntad de acción, de una jubilosa agresividad", escribió Adolfo Bioy Casares en El perjurio de la nieve (1945) y el párrafo que se menciona, incluido en esa novela le sirvió a los integrantes de La noche de Garufa para bautizar su banda.
"En la vorágine de nombres a Manuel Echegaray, La noche de Garufa siempre le había gustado desde que la encontró en el libro de Bioy Casares. Nosotros somos todos egresados del colegio Nacional, y Lengua parece que no era el fuerte de Manuel y se la llevó a examen, estuvo leyendo, encontró esa frase, le llamó la atención y le quedó en la cabeza. Empezó a buscar que significaba y se encontró con que era: 'noche de caravana' y nos pareció que quedaba pintado para la banda, con un toque lunfardo y se basaba más que nada en lo que nosotros vivimos todos lo fines de semana: estar con amigos, fiestas y todo eso", comentó Santiago Rusconi, cantante de esta banda de rock, que se formó hace cinco años, y que tuvo su bautismo de fuego en julio de 2006.
"En el 2005 empezamos a ensayar, estaba Manuel Echegaray en guitarra, Tomás Hirsch en batería, y como faltaba un bajista entré yo a tocar el bajo. En ese momento había otro chico que tocaba la guitarra, Sebastian Musalino. Después la banda fue tomando forma, Sebastián dejó de cantar y tocar la guitarra, y la voz la agarré yo, entró Jerónimo Martín en el bajo y Nicolás Flores en el saxo, y así se completó lo que iba a ser La noche de Garufa después. En ese momento empezamos a buscar nombre para la banda y quedó El dueño, nos habremos llamado así dos o tres meses, y cuando vino la primera fecha, el 1º de julio de 2006 en el Normal 3, ya nos llamábamos como ahora y Sebastián no estaba más.
–Imagino que como le sucede a la mayoría de las bandas cuando empiezan, en algún momento les habrá surgido la necesidad de hacer en demo.
–Sí, después de esa fecha debut con familiares y bandas amigas, nos planteamos tocar todas las veces que pudiéramos y foguearnos sobre un escenario, que en cierto punto era lo que nos faltaba. En el segundo semestre de 2006 habremos hecho seis o siete fechas, incluso una en Berisso a la que fueron tres personas. He hicimos en ese lapso de tiempo lo que ahora por ahí hacemos en todo un año. Después sentíamos que nos faltaba algo, ya que las únicas grabaciones que teníamos eran audios sacados de filmaciones, en una calidad espantosa. Nos propusimos grabar y fuimos al estudio La Burbuja de Gualberto dell'Orta, y con los temas como los teníamos, nos fijamos que los solos estén más o menos armados, en los cierres y esas cosas para que no terminen todas las canciones igual, y así fue que en dos días, en once horas grabamos siete temas. Era la necesidad de plasmar en un disco lo que hacíamos y tener una puerta de acceso a la difusión, y además poder dejarlos en alguna disquerías o casa de ropa, en los shows. Era imprescindible.
Jerónimo Martín: –Pecamos de apurados y de ansiosos. La experiencia estuvo genial y por ahí no la aprovechamos como podríamos hacerlo ahora. Estábamos re verdes para grabar y como banda. Necesitábamos foguearnos.
S.R.: –Como primera experiencia, cometimos algunos errores. Grabamos primero la primera viola y después las bases. No podíamos captar la onda de tocar el tema sin la guía de la voz, entonces desde la pecera de la consola yo cantaba para que no se pierdan. Y en verdad se trata de un demo con una muy buena calidad sonido. Hoy todo el mundo puede grabar con las computadoras, nosotros decidimos recurrir a otra cosa, a meternos en un estudio de grabación y pasar por una masterización como se debe. También hay que ser conscientes que lo grabamos por 400 pesos, así que no podemos pretender que sea el sonido de Porco Rex. También se pensó en la tapa. A veces no llaman de afuera, por ejemplo de alguna radio de Quilmes y nos preguntan si pueden pasar tal tema, porque les gusta. Yo les digo que sí y cuando hablamos con los chicos nos preguntamos 'cómo puede gustarles'. Así que muchas veces les aclaramos que es mejor que nos vengan a ver porque ese registro no es lo que estamos haciendo ahora. A nivel sonido representa los inicios de la banda, marcó una época.
J.M.: –Para ser un demo tuvo mucha producción. Hicimos tapa, contratapa, se creó el logo. Eso lo presentamos y anduvo bastante bien. Para nosotros fue la etapa de fogueo, esa de salir a tocar a todos lados, perder plata al rolete. Pero bueno fue grabar y empaparnos de lo que era esa experiencia.
S.R.: –Nos encantó grabar, tuvimos dos días trabajando con ese demo, y la verdad que estar en un estudio escuchando lo que vos hacés con tu instrumento y las voces es lo más lindo que hay.
–¿Cómo ven la escena platense en lo que respecta a los lugares para tocar?
J.M.: –La escena no cambió mucho pero sí subieron los precios. Cuando empezamos a tocar poníamos 200 pesos y podíamos hacerlo, ahora necesitamos 2 mil. También hay cosas que mejoraron y otras que siguen siendo un desastre.
S.R.: –También estuvo de por medio la Tragedia de Cromañón y eso complicó todavía más el ambiente en el que nos estamos manejando y todos los ambientes. A nosotros nos tocó más de cerca. La gente va más tranquila ahora y sabe a que lugares da para ir y a cuales no tanto. Los precios subieron porque a los boliches les exigen muchas más cosas.
–¿De que hablan las letras de La noche de Garufa, qué cuentan?
–Nos molesta la hipocresía, el malestar, la paranoia, nos gustarían que todas esas cosas cambien. Nos genera llegar a escribirlo. Por supuesto que también hay desamores, ¿en qué banda de rock no hay un desamor? ¿qué persona no tuvo un desamor? Las cosas cotidianas son las que nosotros tratamos de plasmar en las letras. Son cosas muy nuestras, cosas que nos pasan a nosotros y que también le pueden pasar a cualquiera. Si algo nos toca de cerca lo escribimos. Así hay temas que hablan de la policía, de la década del '70, de los garcas, hacemos hincapié en las cosas que queremos cambiar. Somos una banda a la que no le gusta quedarse callados ni guardarnos cosas, si creemos que algo tiene que ir va. Pero no nos gusta escribir por escribir, por llenar un espacio. Creemos que no conviene y no sirve hablar por hablar.
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