Arbolito trae un rayito de sol y un viento fresco
Linda imagen de paz construye Arbolito en la canción que parafraseamos en el título, paz que tanto hace falta por acá, un poco más allá y ahisito. Pero también "falta conciencia, falta estallar", y todo eso trae esta banda de rock folklórico, que se presenta el viernes a las 21:30, en El Teatro Sala Opera (58 entre 10 y 11). Nota de Diagonales y video al fondo.
Va una nota de Diagonales:
Ya desde su nombre, Arbolito ha sido una banda ligada profundamente con la historia. Como ya se ha dicho en variadas ocasiones, el grupo fue bautizado en honor al indio ranquel que -según cuenta el historiador Osvaldo Bayer en su libro Rebeldía y esperanza- degolla al Coronel Rauch en venganza por el genocidio cometido contra los indios de su tribu.
Y también desde su abordaje conciente de los ritmos y sonidos originales (zamba, chacarera, hauyno), que sus integrantes profundizaron en la Escuela de Música Popular de Avellaneda.
Pero sobre todo, con la historia contemporánea: Arbolito siempre militó con sus canciones dentro del contexto social que lo rodeó, con sus reglas y su propia propuesta. El grupo formado Ezequiel Jusid (voz, guitarra acústica y guitarra eléctrica), Agustín Ronconi (voz, flauta traversa, quena, charango, violín y guitarra), Diego Fariza (batería y bombo leguero), Andrés Fariña (bajo eléctrico y coros), Pedro Borgobello (clarinete, quena y coros) y Sebastián “Chino” Demestri (percusión y accesorios) hizo su lento y firme caminito desde 1997 y hoy se halla en un lugar (in)esperado, con solvencia, viendo y activando sobre un escenario que cambió desde los infames noventa y un presente más esperanzador.
Con seis discos en su haber, Arbolito combinó su bagaje folclórico con elementos del rock, el reggae y otros sonidos. Y cerró un 2010 que los terminó de afianzar tanto en el ámbito del folclore como del rock. Para celebrarlo, este sábado a las 21 se presentará en El Teatro Sala Ópera (58 entre 10 y 11). El multiinstrumentista Agustín Ronconi comenta de qué versará el show: “Como el disco Despertándonos ya lo presentamos la fecha pasada en La Plata, este show incluye parte del espectáculo del disco más temas clásicos, con un repertorio un poco más amplio. Y con un chico que hace proyecciones en vivo… la nueva profesión de la música se llama ‘V.J.’(risas)… que hace proyección de imágenes más lo que filma, cosas muy lindas, muy artísticas”. Ronconi no oculta la satisfacción de un 2010 que tuvo, entre su picos más altos, una actuación en el Luna Park: “Impresionante. Ciudades nuevas siempre… viajando… Y la fecha del Luna es como que marca un lindo escalón… No es que uno sienta que está subiendo a algún lado. Más que escalón, una bonita página llena. Una de esas fechas que te van marcando y de las cuales no se olvidan. Y después con premios, con nominaciones, con espectáculo destacado en Cosquín junto al ballet Amerindia, el premios Gardel, nominación a Premios Atahualpa. Vemos que en todos estos años fuimos abriendo un surco de género, de esta mixtura de rock y folclore, dentro de la escena musical. Tanto en el folclore, que ya nos convoca que nos tiene en cuenta. Y el rock, que se va abriendo a esta propuesta musical. Por ejemplo venimos de tocar la semana pasada con La Vela Puerca, en un festival frente a miles de personas y la mayoría no era seguidora de Arbolito. Y se coparon”.
Pero el camino a el Luna (un pequeño paso para el Arbolito, un gran paso para la popularidad) fue largo. “Mientras la chata nos lleve/ llegaremos” cantaba en el tema que rendía honor a su móvil de gira. “Y así nos vamos conociendo/ cara a cara señorita/ como siempre caminando/ paso a paso compañero/ sin glorias mediáticas,/ lunas de plástico/rockerito de televisión”. La inusual fusión propició en los inicios ser vistos como bichos raros. “Sí -asiente Ronconi-, para tocar en una peña éramos muy quilomberos, ruidosos y desprolijos. Para un boliche de rock… te miraban raro. ¿Qué van a hacer estos pibes? No nos conocían, no se sabía bien… Y eso no llevó a generar nuestro propio espacio, tocando en plazas, domingos a la tarde, yendo a la costa en el verano, siempre autogestionado nuestras fechas, ideas y forjando nuestro propio espacio. Sin condicionamientos: eso nos permitió desarrollar nuestro estilo y propuesta con absoluta libertad. No hicimos nada para entrar en ninguno de los dos géneros. Hicimos la nuestra”.
Eso, explica el músico, les permitió estar sólidos para lidiar con el crecimiento y los cambios: “Claro, porque no es que venimos laburando desde hace años para tocar en el Luna o un Estadio. Cada situación nueva es linda, porque es precisamente nueva. Eso siempre gusta. Y además significa que la familia va creciendo. Nosotros somos de una generación que cuando tuvimos que asomar un poco más al mundo a la calle y al mundo, más o menos en los ‘90, el horizonte era patético… muy cargado de desilusión y escepticismo… El país estaba en venta, posturas ultra individualistas, posturas de sálvese quien pueda, …desde ahí empezamos a expresarnos y a construir nuestro propio lugarcito. De supervivencia y en lo posible de aprender. Fue fundamental tener nuestro móvil propio, que es como una apersona más… tanto que le hemos dedicado un disco... Y vincularnos con gente que estaba más o menos en la misa… Saber que caías a una plaza o una feria y todo lo que tenías que pedir era un enchufe. Así se generaba esa magia de la comunicación, que es para lado que estamos. Y todo lo demás (esa situación de productoras de eventos de boliche, de eventos, de entradas anticipadas) lo estábamos salteando de una manera espectacular. Nosotros armábamos, tocábamos y al que les gustaba, se compraba el disco. Hoy lo vendo como una base totalmente sólida y no tenemos nada para cuestionarnos en ese sentido”.
Con un discurso político muy claro, siempre del lado de las causas sociales postergadas, combinando lírica cotidiana, sencilla pero consistente, analizan un presente contextual muy distinto a los descriptos noventa. “Tenemos nuestras posturas
individuales, pero a nivel banda nunca nos alineamos partidariamente. Sí coincidimos todos que estamos en un camino de recuperación. Desde el 200 para acá, con las Asambleas, cooperativas y fábricas recuperadas, se inició un camino que comenzó muy de raíz y hoy ya a nivel oficial se toma un poco ese mensaje de intentar independizarnos un poco, de reconstruir el Estado. Esta muy bien entender que el Estado nos pertenece. Que el pueblo se vuelva a apropiar nuevamente de algunos símbolos de los que se llegó a renegar. Hasta con vergüenza… Y hoy estamos reviendo la historia. Este Bicentenario nos sorprendió a todos, desde lo que se propuso a nivel oficial. Fue un Bicentenario totalmente a latinoamericanista, de rescatar a los verdaderos revolucionarios.
Y la verdad que lo vemos con ojos muy positivos. Sobre todo porque se está cayendo un poco el velo de determinados intereses económicos escondidos detrás de titulares y medios que han manejado todo a su gusto”.
De cara al futuro, Ronconi cuenta que “tenemos un montón de festivales en Verano. Vamos a estar en Cosquín Folclore por cuarta vez y por primera en el Casquín Rock. Y después ordenar las canciones para ver lo que hay empezar a pensar en grabar”. Y confiesa que el sucesor de Despertándonos no presume grandes ideas conceptuales ni cambios. “Generalmente vamos agarrándolas canciones que trae cada uno y vamos viendo. No plateamos lo que vamos a hacer de terminada manera. Pero creo que va andar por ahí: folclore y rock”.
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