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La Plata, Buenos Aires

viernes, 3 de diciembre de 2010


Hoy tocan Manuel Moretti, líder y cantante de Estelares, y Javier Maldonado, solista, haciendo respectivos sets acústicos en lo que se dio en llamar La Noche del aviador III. Es a las 22 en el Rincón de los amigos (51 e/ 4 y 5). Siendo Moretti archiconocido por estas pampas, vamos a aprovechar una nota de Diagonales para difundir el trabajo de Maldonado.

Para escuchar mientras se lee: http://www.myspace.com/javiermaldonadopop 

"Bueno, la verdad es que la canción perfecta sólo existe en determinadas circunstancias, creo que la música no es ni un lenguaje ni es universal, por eso siempre puede variar según el caso. A mí me gusta Carlos Gardel y mis oídos prefieren tangos como ‘Bahía Blanca’, ahora bien: ¿necesariamente es ideal y perfecto para todos? Creo que cada quien es cada cual y uno para componer debe transitar los caminos que considere necesarios para el fin artístico, más allá de uno mismo inclusive", reflexiona Javier Maldonado al comienzo de la charla con El Demo y ante la aparición de la pregunta: “¿De existir la canción perfecta, ¿qué caminos habría que transitar para llegar a ella?”. Lo cierto es que Javier es uno de esos cantautores que a juzgar por los resultados obtenidos en sus discos sino aún no llegó a la canción perfecta, está cerca de lograrlo o al menos bien rumbeado en su búsqueda.

–¿Qué te despiertan este tipo de fechas?
–Me despiertan ganas de tocar, cada noche tiene su secreto. Una de las últimas veces que tocamos en La Plata justo había fallecido Kirchner, y te juro fue un show de luto. Llovía, hacía un frío de mil demonios y la ciudad parecía Ciudad Gótica; nosotros enchufamos y, contra todo nuestro repertorio "up" la noche nos envolvió en otro mundo, misteriosísimo y lento, mántrico. Ignoro qué pasará en el show que haremos con Manuel Moretti, pero ante todo sé que él es uno de los autores nacionales más interesantes de los últimos años y, por lo que involucra, quizás me convierta por una noche en "El joven aprendiz del aviador".

–¿Qué importancia tienen las canciones en tu vida?
–Mucha, y yo nunca imaginé que iba a tenerla. La verdad es que de pibe quería ser escritor de canciones, ajedrecista, ladrón, futbolista, amante, biólogo y callejero, pero era más un delirio de hombre joven que algo real. A los 15 dejé el fútbol (jugaba en Huracán), todo lo demás, y me dediqué de lleno a la música. Empecé a escribir poesía (malísima), luego música instrumental (también malísima) y terminé haciendo canciones, acompañándome al piano o la guitarra, hoy es lo que más me gusta y además me sirve de puente hacia cierta descarga, que por cierto todos necesitamos.

–¿Qué importancia tienen las letras en tus canciones? ¿Qué lugares desandan?
–En Musas domésticas en el Meridiano V la letra tiene una vida pararela a la música, o así quise que fuera. Trato de ser un cantautor integral, a eso juego, enrollando el discurso en una fuga musical y poética como contrapunto de opuestos. No obstante, calculo que en el futuro no será así: mi deseo es calar la palabra, entrar y navegar en ese territorio.

Maldonado editó en este 2010 el soberbio CD Musas domésticas en el Meridiano V, ya mencionado por varios colegas y por periodistas como uno de los lanzamientos más importantes de este 2010. Sin embargo, el cantautor permanece tranquilo. “La verdad me sorprende un poco, pero no persigo ninguna medalla con esto. Admiro a los músicos que tocan conmigo, me resulta gratificante tocar en vivo con ellos, eso es lo que me hace feliz”. Y a la hora de marcar diferencias con su primer trabajo discográfico, aclara que “la única similitud que tienen estos dos discos es que yo he sido el productor, el que compone, el que toca y el que canta. El resto creo que difiere en todo”.

–El primer CD remite a una calle, el segundo si se quiere a un barrio, ¿cuánto juega en vos a la hora de escribir las letras lo cotidiano, el roce con la gente, la experiencia vivida?

–Uno es parte de todo, y viceversa. La gente, el barrio, los amigos, la casa y la calle es esencial para el binomio unión-soledad que necesita la música. "Mi liberación" la escribí siendo un empleado explotadísimo, "La vida que vos quieras" saliendo de noche con un amigo, "Inmaculada" caminando acompañado en noches de ansiedad, "Rumbo al Rosedal" con 39 grados de fiebre; todo es influencia, todo es vida y todo es poesía.

–Al recorrer tus canciones uno imagina que detrás del músico hay un lector empedernido de literatura. ¿Qué tipo de literatura consumís? ¿Te imaginás publicando libros de poesía?

–Mirá, en líneas generales siempre me gustó la prosa norteamericana, sobretodo los malditos y mentirosos como Henry Miller, y la poesía española de todos los siglos. Acá en Argentina me gustan casi todos los poetas del tango, Borges y Sábato. Hoy leo a Neruda, a Hemingway, a esa gente. Soy muy amigo de los ancianos, respeto mucho a los viejos (azules, rojos o amarillos), creo que eso lo explica. Y bueno, la verdad es que me gustaría mucho sacar un libro, pero no por ahora. En mente tengo una novela corta, pero ya vendrá, apurarse en cuestiones del arte es arrebatarse la vida, no entenderla.

La Plata siempre está igual…

Javier llegó a la ciudad desde su 9 de Julio natal como lo han hecho miles de adolescentes a lo largo de los tiempos. “Es que 9 de Julio es un pueblo de la pampa húmeda: hay caballos, campos de girasol sembrado, silos y escuelas frías. La Plata es una ciudad con universidades, bares y mujeres intelectuales”. ¿Pero qué ciudad encontró ese joven que llegó a estudiar? “Cuando llegué a La Plata estudiaba, y me dediqué a escribir música para orquesta, a leer libros, a juntarme con gente cultísima de Buenos Aires y del exterior que estaba en el ambiente de la música docta y que precisamente tenía poca relación con el mundo platense, o por lo menos con el rocker. De todas formas formé mi primera banda, fui pianista en una orquesta de tango y seguí adelante haciendo canciones. La Plata es quizás la ciudad más culta de Argentina, era difícil no encontrar movidas fuertes en todo sentido.

–¿Cómo ves la escena musical platense?

–En cuanto al rock la veo diferente al resto del país. Curiosamente suceden otras cosas en La Plata, creo que es porque no ha tenido la misma vertiente de influencias que ha tenido la Capital, porque se han tomado un par de decisiones interesantes y porque los músicos no pretenden cool, cosa que sí pasa en la Capital Federal. Ahí mismo lo saben, desde Cromañón a esta parte, el rock nacional que vale la pena es platense.

–¿Escuchás otros cantautores platenses? 

–No soy un gran oyente, musicólogo ni un catalogador de música, sin embargo he escuchado a varios cantautores últimamente ahí en La Plata. La movida del Piquesoc, por ejemplo, que involucra y une a muchos cantautores nuevos y no tan nuevos, me resulta muy valiosa para la ciudad y para la música.
Muchas veces los periodistas apelando a un ejercicio tan inútil como carente de sentido buscan ponerse en el lugar del músico y desde ahí construir toda una fantasía sobre el momento de creación artística, así tejen suposiciones y muchas veces desvirtúan las palabras del artista. Una de esas fantasías gira en torno a que a la hora de crear se dedica mucho tiempo a pensar la imagen del receptor. Esto no es así en el caso de los artistas más genuinos, y Javier es uno de ellos: “De ninguna forma, yo hago las canciones que me salen, las que puedo hacer. Ojalá nunca consiga tener una fábrica de chorizos ni un kiosquito surtido de música a medida. Con el tiempo todo fue convergiendo en un estilo, en una forma de hacer las cosas ceñidas al volar de mis propias virtudes y limitaciones. Y he de ahí las canciones, el mundo que me sale. Apenas puedo pensar en componer ¿cómo ponerse a pensar en la gente desde ese lugar?”.



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