Fotografía gentileza de Vecinos de Villa Corina por un Futuro Mejor |
Vía Agencia NAN - Por Sol Tiscornia
Buenos Aires, enero 14 (Agencia NAN-2011).- Una nena. Una mamá. Un arroyo. La mamá grita: “Ahí no, nena.” Pero la nena no obedece. De pronto, ya no hay nena: hay un zombie. Entonces, la mamá vuelve a gritar. Alarmada, aparece una vecina, que se une a la labor de llenar el aire de alaridos. El ruido atrae a la almacenera de enfrente, al verdulero y por qué no también al jubilado que vive en la esquina. Todos miran atónitos la masa verde y marrón que gime delante de ellos, chorreando baba y confusión. No lo dicen, pero saben que ya no hay vuelta atrás: cuando una nena se convierte en muerto andante ya nada es igual en un barrio.
La almacenera hace fuerza y le sale una lágrima. La mamá se agacha y se agarra la pollera tapándose la cara. Atrás, a pocos metros, un hombre empieza a aplaudir y sonríe, porque sabe que es así como un grupo de vecinos de los rincones más pobres de Avellaneda logra rodar un corto para denunciar la contaminación con la que están obligados a convivir y con la que deben lidiar también hoy, cuando los olores que emana el arroyo Sarandí ya son parte del aire.
Será de terror, sin dudas. Fueron unos treinta vecinos --diez adultos y veinte chicos-- los que, convertidos en cineastas amateurs, armaron los últimos detalles del guión. Comenzarán a rodarlo la segunda quincena de febrero en viviendas del barrio Villa Luján. Construirán con paisajes nocturnos y maquillaje verde una ficción que muestra cómo los chicos que pasan sus días al lado del arroyo Sarandí se transforman en zombies al inhalar su olor. Analizaron cada detalle de los diálogos, la escenografía y el vestuario para crear su propia fábrica de miedo. Sin embargo, saben muy bien que la mayor cuota de crueldad la proveerá la realidad: la chapa, el barro y los interminables destellos de restos de vidrios, plásticos y metales que conforman el suelo que rodea al arroyo, uno de los principales canales de Avellaneda que desemboca en el Río de La Plata llevándose la mugre y los químicos que las fábricas linderas no quieren tener cerca.
“Nuestro objetivo es generar un espacio de participación y de estimulación a la acción ciudadana. Es muy fácil echarle la culpa a empresas, políticos y funcionarios, que por supuesto tienen mucha responsabilidad; pero creemos que la indiferencia social es la tercera pata de esta mesa de contaminación urbana-industrial”, explica Néstor Saracho, ideólogo del proyecto y uno de los fundadores de la Asociación Civil Vecinos de Villa Corina por un Futuro Mejor, agrupación que está a cargo de llevar el corto adelante junto a la productora independiente y autogestionada Cosamostra, especialista en cine de terror.
La protagonista será una nena, interpretada por una vecinita de Sarandí, y no faltarán los personajes típicos de todo desastre social: un empresario “bien garca” y un político “bien chanta”. La mayoría de los actores serán chicos y fueron ellos, también, los que armaron el storyboard con ayuda de una decena de adultos. “Los niños y las niñas son más sensibles hacia las cuestiones ambientales. Además, si de chico te impregnás de estas temáticas, vas a estar mejor preparado cuando llegues a la adolescencia y la juventud, y con la fuerza de esa época podés encausar mejor tus ideales en acciones”, asegura Saracho, que ya tiene a cuestas protestas, juntadas de firmas, una jornada artística bautizada Arroyo Fest y hasta una elección de la Reina de la Contaminación para reclamar por la polución de las aguas del canal Sarandí. Desde hace dos años busca distintas alternativas de comunicación para concientizar a sus vecinos sobre diversos factores que atentan contra su bienestar. Además, dicta talleres de producción musical en escuelas de Villa Corina, cuyos alumnos participaron de la muestra colectiva e itinerante “Ningún pibe nace para chorro”, impulsada por la cooperativa La Vaca.
La idea de la producción audiovisual devino de un proyecto de dibujar cómics para repartir por el barrio. Pero para que la concientización fuera realmente efectiva, Saracho sabía que necesitaba de la participación de los vecinos, que sean ellos mismos quienes se pinten la cara de verde y escriban las líneas para retratar su propia convivencia con la suciedad y el abandono. Porque tal vez la mirada ajena de la cámara hiciera surgir una reacción lo suficientemente fuerte como para que las voces de reclamo suenen más alto y traigan, por fin, una solución. “La situación en la que viven los más pequeños es lo más movilizador y conmovedor, desde los que tienen problemas de salud hasta los que sufren el déficit de vivienda. Notamos que hay un acostumbramiento a estas situaciones de contaminación. Si todos participáramos activamente, no padeceríamos lo que padecemos”, advierte.
La realidad y la ficción esta vez no competirán: se acompañarán. La realización y futura proyección del corto se harán en conjunto con la de un documental, también impulsado por la asociación civil de Corina, en el que se mostrará y narrará, en voces de sus propios habitantes cómo es vivir a orillas del arroyo Sarandí. “Los principales problemas son alergias en la piel y padecimientos respiratorios. Hay casos de cáncer en la zona y hay que lidiar con los insoportables olores, que llegan a hasta más de diez cuadras de distancia. La gente de Villa Luján está en un estado de déficit de vivienda muy alarmante”, detalla Saracho.
La post producción y la edición estarán terminadas para después de mitad de año. Harán también un trailer para tentar a maestras de escuelas a que proyecten el corto en sus aulas. Ya tienen prometido un lugar en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre (BARS) de este año e incluso ya está casi confirmado el nombre: Corina mutante. Sólo resta que los zombies ataquen para, por fin, revivir la ilusión de bañarse en aguas limpias.
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