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La Plata, Buenos Aires

domingo, 15 de mayo de 2011

Foto Rock.com.ar
"El rock es inconciencia, audacia, transgresión y muchas veces también es música", se escuchó alguna vez en Peter Capusotto y sus videos, y como muchas veces el humor muestra una mirada aguda sobre la realidad. La muerte de Miguel Ramírez como víctima de una bengala en el último recital de La Renga en La Plata llama a la reflexión al ambiente para terminar con estas costumbres peligrosas de la cultura rock. Les dejamos dos notas interesantes para pensar el tema, en las que se plantea una solución que nos parece definitiva: si se prende una bengala, para la música. ¿Vos cómo lo ves?

Vía Agencia NAN
Todos los fuegos el fuego

La muerte de Miguel Ramírez, alcanzado por una bengala náutica en el último recital de La Renga en La Plata, golpeó nuevamente al mundo de la música nacional y retrotrajo a foja cero los pasos dados por los integrantes de ese universo en cuanto a la reflexión de la cultura rock: ¿Cómo se entiende que, a más de seis años de que 194 personas murieran intoxicadas producto del encendido de una bengala en el recital de Callejeros en el boliche República Cromañón, se repitan las mismas prácticas y los mismos resultados? Agencia NAN convocó a cinco bandas de la escena alternativa para repensar el asunto.

Producción Nahuel Lag y Sergio Sánchez
Fotografía gentileza Rock.com.ar

Buenos Aires, mayo 12 (Agencia NAN, 2011).- El sábado 30 de abril, Miguel Ramírez viajó desde San Miguel hasta La Plata, precisamente hasta el autódromo Ricardo Mouras, para disfrutar junto a unas 40 mil personas del recital que esa noche ofrecía La Renga. Puede ser que a ese hombre, padre de dos hijas a quienes dejó al cuidado de su esposa embarazada en la casa familiar, no lo asustara la multitud, los empujones, los pisotones e incluso el peligro latente de los tres tiros y el fuego de las bengalas. Estaba acostumbrado, tal vez, a resistir el mismo clima cuando iba a la cancha con su papá y hermanos. Aquel sábado, cuando la banda estaba a punto de salir al escenario, el humo y las luces del fuego, que algunos integrantes del público ingresaron al autódromo y nadie de Chacal Producciones, empresa que se encarga de la seguridad en los recitales de la banda oriunda de Mataderos, frenó en el control, lo cubrieron todo.

La banda que, tras el antecedente de 2004 en Cromañón, acostumbra a detener los shows cuando comienza el juego de pirotecnia no lo hizo esta vez porque, según los testimonios, cuando arrancó el primer tema todo había sucedido, y Miguel estaba siendo trasladado al Hospital Melchor Romero con una herida en el cuello provocada por una bengala náutica. El lunes 2 de mayo, dos días después de la internación del joven de 32 años, el Tribunal Oral en lo Criminal 24 establecía penas para los responsables del incendio y la muerte de 194 personas en Cromañón. Esas penas modificaron las de primera instancia, reduciendo la del gerenciador Omar Chabán y establecieron condenas a los integrantes de la banda, que fueron considerados culpables.

El lunes pasado, Miguel murió. La Justicia de La Plata detuvo al presunto responsable de arrojar la bengala y prometió investigar a los organizadores del recital, mientras el peligro del uso de la pirotecnia vuelve a ser debatido por la sociedad para salir de una vez por todas del “inconsciente colectivo”.

Para reflexionar sobre lo sucedido y lo que sigue, Agencia NAN consultó a integrantes de seis bandas que, desde el under, crecieron a la luz del postcromañón.

--¿Cree que la prohibición de la venta de bengalas o un control más estricto podrían conducir a una toma de consciencia?
Victoria Polak, cantante de Carmensandiego:-- Sí, aunque ninguna prohibición o limitación sirve de por sí. Debe estar acompañada de educación para llegar al cambio de conciencia. La bengala es sólo uno de los frutos de un problema cuya raíz está en cuestiones culturales y sociales; las tragedias han tenido que ver con la imprudencia de prender bengalas en lugares cerrados o arrojarlas al público.

Andy, cantante de Tracy Lord:-- La toma de consciencia es una cuestión mucho más profunda: toda la historia del agite, el pelotudismo del aguante nacional, el bardo y la contracultura. La única forma en la que podemos ayudar reflexionar es bajar al flaco que está prendiendo la bengala. Lo tiene que hacer el artista que está dando el show, cuando lo ve: dejar de tocar. Considero que el tipo que la prende lo hace por una cuestión de ser 'el capo de la popu', el bardero que la prendió y sale en el video. Se puede cortar, y se debe cortar desde arriba del escenario.

Lucas Kuperman, baterista de La Potoca:-- La teoría dice que sí. Yo soy un poco descreído. Si con Cromañón, donde murieron casi 200 personas, no se aprendió dudo que lo logre la prohibición. Todo lo contrario, a veces los prohibido llama más la atención. El control más estricto debería existir en los recitales. El Indio Solari envió un comunicado diciendo que los controles no se pueden hacer porque la gente llega sobre la hora a los recitales. El que llega tarde, debería perderse parte del show para ser revisado. La próxima vez llegará temprano y no tendrá ese inconveniente.

Mariano Valado, baterista de Maturana:-- ¿Cómo hacés para que no te pase una de 50 mil? Es obvio que uno o dos se te van a escapar con bengalas. No se puede revisar la mochila, las zapatillas, los pantalones de cada persona. Es una cuestión que la gente tiene que tomar conciencia. Si vos vivís en la costa y un Tsunami te tapó, no lo podés evitar. Pero estas cosas sí.

Damián “El Arabe” Ramil, cantante de Naranjos:-- El control es parte de una solución. No sé si lo es la simple prohibición de la venta de las bengalas porque si un tipo ingresa a un estadio con intenciones de hacer otra cosa que no sea ver un show y te ahorca con un globo, vamos a empezar prohibir los globos. El control puede ayudar, pero también tiene que haber un comportamiento responsable de liderazgo de quienes están arriba del escenario. Vengan, miren, aplaudan, abucheen y vamos a casa… No hay una sola respuesta.

-¿Por qué crees que la historia se sigue repitiendo a pesar del antecedente de Cromañón?
VP:-- Por cuestiones irresueltas en las que al rock le toca un lugar parecido al futbol: descarga, liberación y cierto roce con límites que muchas veces pueden devenir en tragedias. Pocos se toman el trabajo de comprender lo que le pasa a una generación, pretenden controlarla para no tener más titulares trágicos en su diario del desayuno.

LK:-- La historia se sigue repitiendo porque no tenemos conciencia ni memoria. Mucho menos respeto. Con un antecedente tan cercano y grave como lo es Cromañón, no se puede entender como todavía está en discusión el tema de la pirotecnia en los recitales.

A:-- El circo del rock sigue siendo el mismo en muchas cabezas. Igual, no creo que la historia sea la misma hoy que en ese momento. Quiero ser positivo y creo ver que hay una evolución en algunas cosas. Muchos de los lugares empezaron a contar con habilitaciones y personal de seguridad, puertas de emergencia abiertas....De cualquier forma, si no hay memoria y un cambio radical en la posición de todos nosotros, si no hay una postura diferente en lo que 'es rock and roll' y lo que no es, el circo va a volver a las mismas cagadas que antes y barranco abajo. Depende de nosotros.

-¿Estamos inmersos en una cultura que festeja más el show de la gente que el goce de ir a ver un artista?

DR:-- En algún momento dejó de importar lo que pasaba arriba de las tablas y empezó a tener importancia el show de las bengalas y las banderas que poco tienen que ver con el rock. Me parece que tiene que hay que centrarse en la propuesta de la banda y cómo lo asume la gente que te va a haber como lo siente. La futbolización quebró con que lo importante que sucede está en el escenario. Hay bandas que nos despierten estos entusiasmos y no por eso sus propuestas son menos válidas.

A:-- Si la cultura festeja más el show de la gente que el goce de ver a un artista, es porque quizás los artistas no estamos logrando transmitir lo que en otros momentos se alcanzaba. Los artistas nos tenemos que hacer cargo del show en todo sentido. Si un flaco le chorea el celular a otro en un show no lo vas a ver, pero si prende una bengala sí. He visto a muchos artistas que se hacen cargo de estos temas, frenando el show cuando algo se desborda, ahí hay una evolución.

LK:-- "El aguante" como se lo bautizó alguna vez, forma parte del público rockero. Eso tiene que ver con el lugar que la banda le cede al público. No está bien ni mal. Son distintas artísticas encaradas por los grupos. La responsabilidad de la banda aparece ahí. Si se elige dar ese lugar al público, los artistas tienen que hacerse cargo de lo que pasa debajo del escenario.

-¿Hay otros riesgos al que bandas y público se exponen en la escena under?
VP:-- En el under, las bandas no tienen los riesgos de los shows masivos, pero corren con los de tener que estar, a veces, al margen de la ley para poder mostrar lo suyo. Lo cual te deja en un estado de desprotección que hace tiempo le reclamamos al Estado que solucione. Desde Cromañón, el músico under es casi un criminal.

LK:-- Los escenarios que quedaron abiertos después de Cromañón siguen siendo un desastre. Las condiciones no están dadas, la infraestructura es insuficiente, el maltrato al artista por parte de los organizadores es enorme, y las estafas en los alquileres de los lugares es cada vez mayor. El público tiene los mismos, o mayores riesgos que en las escenas más grandes. Cromañón cambió mucho la escena, pero no las condiciones.

MV:-- Siempre hay riesgo, pero si el lugar tiene la habilitación pertinente para que se haga el show, es porque alguien lo habilitó. Si no el músico se transforma en bombero o policía. Este país es Cromañón. Vas por la Panamericana y tenés una camioneta de 1920 que va con la rueda toda destartalada que, si se le sale, te la pone en el parabrisa ¿Cuántos edificios en Capital Federal tienen escaleras de emergencia? Pasa en todos los ámbitos. Hay muchas cosas que no pasan por el rock. Nosotros producimos fechas. Y tenemos en cuenta pequeñas cosas: que no haya menores de edad en donde se prohíbe, que el matafuego o las puertas estén bien. Que la gente venga a divertirse: los papelitos o las serpentinas no matan a nadie.

DR:-- Nuestras sociedades y ciudades están colapsadas. Nunca hay controles severos y se va por las colectoras de las coimas. Eso excede al rock. Se derrumba un gimnasio, un boliche, no solo pasa en un lugar de rock. Las ciudades están emparchadas, nosotros como sociedad estamos así. Y resultado de eso es este fracaso que estamos viviendo. Pero algunas cosas se están revirtiendo y tiene que ver con una toma de consciencia social, con que los protagonistas de un década hagan lo mejor para la próxima generación. Venimos de una sociedad del abandono y la reconstrucción lleva tiempo. Hay que tener responsabilidad no como artista sino como simple ciudadano.

La Potoca http://www.myspace.com/lapotocarock/
Carmensandiego http://www.myspace.com/casacarmen
Tracy Lord http://www.myspace.com/lostracylord
Naranjos http://www.myspace.com/naranjosrock


Vía LaVaca:
“El aguante” no se aguanta más

Miguel Ramírez, 32 años, padre de una hija y de otro en camino, murió este lunes 9 de mayo tras ser gravemente herido con una bengala en el cuello. El periodista Diego Gassi, director de la flamante revista Dale y el sitio rock.com.ar escribió este artículo duro y terminante, que reclama una autocrítica a periodistas, bandas y fans. Aquí reproducimos el texto completo:

La muerte de Miguel Ramírez tras recibir un bengalazo en el cuello en pleno show de La Renga simboliza el eje de la cuestión: las cosas que somos capaces de hacer por el rock.


Y toda reflexión debe empezar por una autocrítica: los periodistas tenemos parte de la culpa por fomentar “la fiesta”. Fue tema de debate justamente esta semana con Nacho Girón y con Bruno Larocca en la presentación de la Revista Dale: durante mucho tiempo, los medios reflejamos lo que sucedía abajo del escenario, como si fuera más importante que lo de arriba. Y en buena medida, seguimos haciéndolo.

Dejemos de hablar de “accidente” porque no es un suceso eventual. Acá hay desidia, irresponsabilidad, delincuencia e impunidad. ¿Por qué suponemos que tirar una bengala en un lugar abierto no trae riesgos? Acaso haya pasado mucho tiempo ya desde el asesinato del hincha de Racing Roberto Basile, 25 años, en la Bombonera, en 1983, cuando la barrabrava de Boca tiró una bengala que impactó también en el cuello del joven, que estaba en la popular de enfrente.

¿Ahora sí aprenderemos?

Es hora de cortarla. De pensar qué hicimos, qué hacemos. De discutir. De seguir pensando y de decidir qué haremos. Tenemos derecho a exigir no ya calidad artística, sino al menos un nivel de show. Con las condiciones adecuadas en el lugar para albergar a la cantidad de gente que corresponda.

Lo ocurrido en el Autódromo de La Plata no es igual a lo de Cromañón. A diferencia de La Renga, Callejeros incentivaba públicamente el uso de bengalas y, según consta en la causa, ayudaba a ingresar la pirotecnia al boliche.

Seguramente sea sincero el sentimiento de la banda tras lo sucedido el sábado. Y es elogiable que acompañen a Miguel y sus familiares. Pero más allá de eso, La Renga tiene su responsabilidad en la mala organización del recital. Un fan muerto y otros 59.999 que vivieron una odisea inexplicable, insólita y peligrosa por ir a verlos. Debieron caminar 5 kilómetros por el barro y bajo la lluvia para entrar o salir del Autódromo. Debieron esperar durante horas para poder volver a sus casas. Eso no es “tener aguante”: es tolerar cualquier vejamen por parte nuestros ídolos, de aquellos que dicen preocuparse por nosotros y cuidarnos. Y encima, los defendemos ciegamente.

Que se entienda bien: no estoy mezclando a La Renga con la bengala. Pero si La Renga (o cualquier otro) sigue organizando los shows de esta manera, no debiéramos ir más. En algún momento tenemos que decir basta. Nosotros, los periodistas y los espectadores. No podemos seguir aguantando cualquier cosa en el nombre del rock. Así como nos indignamos porque TBA nos trata como caballos para viajar en tren también debiéramos hacerle saber a estas productoras de eventos masivos que no estamos conformes. Porque vamos a ser sinceros: viajar para ir a trabajar es realmente la diferencia entre la vida y la muerte.

Es cierto que, como dijo el Indio Solari, resulta prácticamente imposible revisar a miles de personas que pugnan por entrar a un lugar media hora antes de empezar un recital. Pero es un facilismo exigir que se prohiba la venta de bengalas por la sencilla razón que es inviable.

Un tipo con el carisma y los millones de seguidores que tiene Solari, dejó pasar una oportunidad quizás única de quebrar esta lógica macabra: si hubiera condenado en serio a las bengalas, desde ese momento en adelante la historia sería otra. Habría sido tomado como palabra santa. Pero prefirió poner en primer lugar su reclamo hacia la venta de pirotecnia y la imposibilidad de controlar la situación en vez de hacer una autocrítica y bajar línea. Las palabras “les pido a quienes se acerquen a mis conciertos que se abstengan de su uso” suenan muy tibias para un momento como éste.

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