Fotografía de Federico Moscoso Feulliade |
Con un enorme monumento de diez toneladas de bronce, el artista plástico Andrés Zerneri busca homenajear y “hacer visibles” a los pueblos nativos de la América irredenta. La imponente obra de diez metros tomará la forma de un cuerpo femenino; el de la mujer originaria. Pero la misión no estará completa hasta que se remplace la estatua de Julio Argentino Roca anclada en Diagonal Sur, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Buenos Aires, marzo 16 (Agencia NAN-2010).- Sería como contribuir con el famoso granito de arena. Pero, en este caso, en términos prácticos y literales, para colaborar con el Monumento a los Pueblos Originarios lo que hay que aportar es unos 30 gramos de bronce. Una llave. Un instrumento que, de manera simbólica, abriría la puerta para dejar ver una realidad social histórica, sistemáticamente ocultada; la de los verdaderos habitantes originarios de América: mapuches, tehuelches, coyas, aymaras y tantas otras comunidades indígenas que se encuentran impregnadas genéticamente, ya que el 61 por ciento de la población argentina posee una vinculación sanguínea con los pueblos hijos de estas tierras.
El hacedor (en términos materiales) de la ambiciosa escultura será el artista plástico Andrés Zerneri, quien en 2008 llevó a cabo un proyecto similar, aunque de menores dimensiones, e inmortalizó así al Che Guevara en un monumento emplazado en la ciudad de Rosario, como resultado de una colecta de 75 mil llaves (tres mil kilos de bronce). El mentor, casi por casualidad, fue el historiador Osvaldo Bayer. “En el marco de la inauguración del monumento al Che, Bayer sugiere que sería bueno rendirles un homenaje a los pueblos originarios con el mismo sistema de recolección de llaves”, cuenta Zerneri, y destaca: “Él nos marcó el norte. La sugerencia fue lo suficientemente contundente como para que empecemos no a juntar bronce, en un principio, sino a consultarle a los hombres y mujeres de pueblos originarios qué les parecía esta idea”.
De las diez toneladas de bronce que se necesitan, ya se juntaron tres y media. “Cuando empezó el proyecto, pensé que en el marco del Bicentenario ya íbamos a ir terminándolo. Después fuimos aceptando que la donación de bronce es el proceso más difícil. Más, incluso, que cuando fue el monumento al Che, porque allí era todo más binario, te gusta o no te gusta”, explica Zerneri, quien se fue dando cuenta de que “hay mucha información sobre los pueblos originarios que no se conoce, por eso el proceso es mucho más lento”. Pero la lentitud propia de este trayecto es positiva para el artista: “Va a ser el camino más legítimo, porque para cuando esté construido el monumento, el efecto de que se conozca más sobre los pueblos originarios se habrá producido en 200 mil personas”.
-- ¿Por qué simboliza a los pueblos originarios con el género femenino?
-- En los pueblos originarios no hay lucha de géneros, porque sus propias culturas respetan mucho a la mujer. En términos simbólicos, hacer un monumento que habla de los pueblos originarios representados en el cuerpo de una mujer es como esta evolución que se está sucediendo en términos políticos, respecto a la presencia de la mujer en nuestra sociedad. Y a mí me parece una muy buena oportunidad por dos motivos: representar a la mujer para hablar de los pueblos originarios es una nueva forma de generalizar. Cuando queremos decir que hay compañeros y compañeros, para generalizar decimos “los compañeros”. Pero en términos escultóricos, para generalizar quizás es mejor decirlo a través del cuerpo de una mujer. Por otra parte, aunque no estoy en la lucha de géneros y no lo hago desde esa reivindicación de género, creo que en la historia de los monumentos, las pocas esculturas de indígenas que se hicieron en la Ciudad retrataban a un indio salvaje, ladrón, mezquino. Y en el cuerpo de una mujer, uno ya rompe con esta intención, con esta idea. Para mí, el monumento no es un hito pensando en los pueblos originarios hacia el pasado sino que de lo que queremos hablar es de su futuro.
Una vez terminada la escultura, la comisión a cargo del proyecto la entregará a la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de lo que se denomina “donación con cargo”, lo que supone que el pase se hace con una condición. En este caso, y para cerrar el círculo de este original proyecto, es que el monumento reemplace al que recuerda al ex presidente Julio Argentino Roca, ubicado en la calle porteña que lleva su nombre.
-- Usted dice que el proyecto estará completo cuando se reemplace la escultura de Roca por la de los pueblos originarios: ¿cree que la sociedad argentina está madura para aceptar ese cambio?
-- No. Justamente es un desafío porque las condiciones no están dadas. Y este proceso de juntar cada uno de los 30 ó 20 gramos que pesa una llave para llegar a las diez toneladas, que serían 200 mil llaves, es un proceso de transformación. Obviamente que con una escultura no vamos a cambiarle la cabeza a nadie, ni vamos a hacer una revolución, pero es darnos la posibilidad de una discusión, de un aporte a este proceso que los originarios llaman “visibilización”, porque durante tantos años fueron invisibilizados. En realidad, no nos importa que mida diez metros; lo que nos interesa es ganarnos más copetes en más diarios, incluso en medios que nunca hablarían de los pueblos originarios. Entonces, con la excusa de poder construir entre todos una escultura, se va a cumplir el pequeño aporte a esta maduración que es entender que en nuestra identidad somos una familia y que en esa familia seis de cada diez tienen un vínculo genético con los pueblos originarios. Entendemos que la escultura no es un objetivo sino un medio, una herramienta para hacer que todo esto se cumpla.
Pasar del discurso a la acción
“Estamos seguros de que esto tiene una viabilidad, en términos políticos, porque si participaron 14.700 personas cuando hicimos el monumento al Che y en esta obra, que es un 250 por ciento más grande, participarán alrededor de 50 mil personas, ningún legislador va a desoír semejante expresión”, arriesga Zerneri. “Es mucho más fuerte que una juntada de firmas. La gente está poniendo su voluntad pero también algo material”, explica.
El artista aclara, además, que “es un proyecto de profundo respeto, incluso para quienes lo estiman a Roca, para quienes quieren seguir pensando que es un prócer”. “No estamos pidiendo el bronce de su monumento para nuestra escultura, no estamos pidiendo serrucharle la cabeza, ni demolerlo. Lo que queremos, incluso, es sacarlo de ahí y ofrecerlo a la ciudad que lo pida, a ver qué le pasa a la gente con ese monumento”, expresa.
El espíritu del proyecto, democrático y con un objetivo simbólico fundamental, invita a hacerse cargo con acciones de lo que muchas veces muere en palabras. “No estamos concentrados hoy en la tarea legislativa de sacar a Roca. Porque primero queremos medir nuestras propias fuerzas. Cuando esté construida la escultura, sacar a Roca va a ser mucho más fácil, porque nuestras espaldas, en términos políticos, van a ser mucho más anchas”, afirma, y concluye: “Queremos que todo el acto esté más basado en lo que se construye que en lo que se destruye. Todo el proceso también forma parte de la acción, no solamente del discurso, sino de una acción concreta, real”.
* Para colaborar con el proyecto, pueden acercarse a cualquiera de los centros de acopio detallados en www.mujeroriginaria.com.ar. Para más info, llamar al 4862-8051 o escribir a zerneria@hotmail.com.
Fuente: http://agencianan.blogspot.com/
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