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La Plata, Buenos Aires

viernes, 4 de febrero de 2011


En noviembre del año pasado, la editorial platense Mil botellas publicó Calibre 45, la segunda novela policial de Martín Malharro, periodista y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP). Les dejamos una reseña del suplemento Cubo y una entrevista de Diagonales al autor previa a la presentación en el Malvinas.

Reseña del suplemento Cubo del diario El Día:

"Calibre 45" es la nueva novela de Martín Malharro
Por Agustín Lollini

"Calibre 45" es la segunda novela de la trilogía policial "La balada del Británico" del periodista y escritor Martín Malharro, publicada por la editorial Mil botellas en noviembre de 2010. Malharro nos sumerge en un misterioso Buenos Aires, donde el detective Mariani –un Marlowe rioplatense- irá desatando los nudos de una atrapante trama investigativa.

Mariani es un detective privado que se dedica a la búsqueda de personas, pero en esta ocasión es tentado a trabajar en un caso distinto: el robo de una millonaria colección de monedas antiguas con un extraño crimen de por medio, terreno de la policía, pero, como la paga es buena y la necesidad a veces manda, Mariani acepta y deberá manejarse en el justo medio, para no tomar decisiones erróneas y zafar así, del peligro que acecha y tensiona las páginas en un in crescendo sin pausa.
Entonces, el avance es junto al protagonista por calles, bares –como el Británico de San Telmo– y barrios de Buenos Aires, donde realidad y ficción son lo mismo. En ese mundillo en el que nadie se fía de nadie, y Mariani sólo cuenta con la amistad del Gordo Demarchi, el mecánico que le presta autos para movilizarse -con quien tiene exquisitas charlas-, y con las dos tías, con las que vive en San Telmo, que van al supermercado en búsqueda de ofertas, le preparan la comida y miran televisión.

LITERATURA PARA DENUNCIAR
Más allá del enigma a resolver -que mantiene en vilo al lector y es uno de los mayores logros de "Calibre 45"- lo que subyace es la denuncia “al terrible saqueo al patrimonio artístico nacional, y a la falsificación de obras en los museos”, dice Malharro, y agrega que más del 70 por ciento de los hechos de su novela son reales. El autor logra el ritmo ágil de la peripecia constante, lo que transforma a "Calibre 45", en una obra que produce -como dice en el prólogo el escritor, Ricardo Ragendorfer- "algo parecido a la envidia: acababa de leer una historia que a mí me hubiera gustado escribir". Y el lector, se identifica de inmediato con Mariani, no sólo por el simpático tinte de héroe tragicómico, sino porque el protagonista es un personaje cercano, que sufre por las mismas cuestiones que la gente común; en fin, un detective sin desperdicios, o con varios, pero llevados con estilo.

De Diagonales:
Calibre.45: una novela policial negra, porteña y con un antihéroe impensado


Desde hace más de 90 años, en la intersección de Brasil  y Defensa del barrio de San Telmo, se erige el Bar Británico, emblemática reserva de la porteñidad. Desde tiempos incalculables, en la intersección entre la ficción y la realidad habita la literatura, y entonces el periodista Martín Malharro -que se define como una persona poco imaginativa- no hace más que caminar una cuadra desde su departamento hasta el mítico café, sentarse en alguna de sus iluminadas mesas, mirar alrededor y, al fin, escribir. No hace falta ser un detective sagaz para advertir -además de una evidente, simpática y falsa  modestia- que el entrevistado está ocultándonos algunos de sus talentos y esfuerzos. Pero si al igual que en Calibre .45 -el policial negro que edita Mil Botellas- el caso fuera abordado por Mariani, este prefacio sería menos entreverado: “si el tipo dice eso, así será. Y si no es, ya se verá”. Algo así, acorde a su pensamiento práctico y llano, pensaría probablemente el protagonista de las historias de Malharro, que esta vez se enreda en un mundo de numismáticos, falsificadores y expertos en la materia.

“Efectivamente es una novela negra -cofirma Malharro- y forma parte de una trilogía que se llama La balada del Británico. La primera se llamó Banco de Niebla y hay una tercera que he terminado hace dos meses y ahora la estoy corrigiendo. Podemos enmarcarla tranquilamente dentro de la novela negra, porque hay un detective, pero no a la usanza clásica de género, que es norteamericano. Este es un lumpen de barrio que busca personas perdidas, mujeres infieles, maridos que meten los cuernos , estafadores… un vivillo de barrio, de esos que se las rebuscan. Y le caen casos que se les escapan de las manos, porque en verdad no es un tipo brillante...”

Malharro sigue describiendo a su personaje: “Es una suerte de antihéroe, un perdedor nato, un amargo y ácido. Hasta ahí podemos decir que tiene algo de los detectives clásicos de la novela norteamericana, que suelen ser tipos ácidos, y solitarios, descreído. En eso Mariani está inscripto. Pero a él gusta el tango, su mejor amigo es un mecánico. Y no tiene el afán de justiciero”.

Es que más allá de la lograda historia, para la cual el escritor investigó y se sumergió en el universo de los coleccionistas de monedas, el perfil de su protagonista y todo su universo -mental y social- parecen ser el quid de la cuestión. “Es machista, nunca se levanta una mina… eso me remarcó Sasturain: no hay sexo… es un antihéroe total, vive con sus tías, no tiene un peso… no cree en nada, no cree en la política. En un momento dado , en otra novela un personaje le pregunta: ‘¿Usted en que cree?’, ‘Y en mí ¿en qué otra cosa voy a creer?’. En otra novela le pregunta dónde milita: ‘En el lumpenaje activo’, responde. No es un inmoral, es un amoral: carece del concepto de moralidad. Pero eso sí: el concepto de amistad, sí. Da la vida por sus amigos”.

A pesar de incursionar accidental o tontamente en casos y universos ajenos, no logran éstos ninguna transformación personal en su inerte personalidad: “Los casos no lo modifican. El va descubriendo junto con el lector. No tiene una mirada ni sobradora ni de un detective vivo. De alguna a forma es un pelotudo. Lo contratan porque saben que es un forro. Lo mandan a estos casos como la piedra del charco, para que vaya adelante, a ver que pasa. En el fondo lo quieren usar todos. Pero no es tonto. Tiene una extraña habilidad u olfato, por llamarlo así. Y el tipo se va dando cuenta que el mundo es lo que es”.

Malharro sostiene que la novela negra es un género de denuncia social o de un estado: “En la primera novela Mariani investiga un caso de la triple A. El 80% de los datos son verídicos… hay más de investigación que de imaginación. Yo no soy un tipo imaginativo. De hecho los personajes responden a personas reales”.

 Efectivamente, Mariani es de San Telmo y por supuesto, asiste al Bar Británico. “Las tres novelas empiezan allí. Él tiene la oficina en ese bar: allí cita a sus clientes”.El apellido del detective es un homenaje a un amigo suyo. Y así, casi todos los que desfilan por sus páginas. Malharro cuenta que en el barrio, todos saben que él escribe y le piden aparecer en sus novelas. Corrección: no todos. Hay un mozo del Británico que pidió no aparecer.

Y obviamente, Malharro -que confiesa haber descubierto un mundo con Raymond Chandler y no omite su admiración por  Vásquez Montalbán- escribe ahí mismo, en el café, o como gusta decir “en el lugar de los hechos”. Y remarca: “Los personajes están vivos”.

¿Pinta tu barrio y contarás el mundo? “Muy Tolstoi, pero algo así”, responde Malharro. ¿Qué importa? Seguramente, Mariani nunca leyó a Tolstoi.


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