Fiaca Facebook Fiaca Twitter Fiaca Youtube Fiaca RSS

Subscribite vía mail:



La Plata, Buenos Aires

sábado, 27 de agosto de 2011


Babilonia (una hora entre criados), es una obra de 1925 de Armando Discépolo, que se va a presentar esta noche en el Taller de Teatro de la UNLP bajo dirección de Norberto Barruti. Cuenta literalmente la historia de los de abajo: los criados, en el sótano, trabajan para la fiesta de los dueños de casa. Va una sinopsis y un behind the scenes.



Sinopsis vía Artes Universales

Armando Discépolo fue un destacado director teatral y dramaturgo argentino, autor de varias obras teatrales en las que supo mostrar las miserias de un orden social muy despiadado e injusto, a través de la pintura de la vida cotidiana de personajes pobres, fracasados y miserables, muchas veces inmigrantes, aplastados por una realidad social asfixiante. En conjunto, Discépolo creó un estilo propio, llamado “grotesco criollo”, que desde entonces se afianzó como uno de los principales estilos creativos del teatro y del cine argentinos, y del espectáculo dramático en general.

En “Babilonia”, obra en un acto estrenada el 3 de julio de 1925 en el Teatro Nacional de Buenos Aires, Discépolo plantea dos mundos irreconciliables: en la cocina ubicada en el sótano de una casa señorial, donde se desarrolla la acción de la obra, los criados –todos inmigrantes menos el mucamo– trabajan incansablemente para que la fiesta de compromiso de la joven dueña de casa sea un éxito. A pesar de tan intensa labor, salen a la superficie situaciones de generosidad y sacrificio, oscuros rencores, amores y traiciones. Cabe destacar que los patrones –un detalle no menor– fueron en el pasado tan pobres como los criados pero tuvieron la suerte de revertir la situación y adquirir poder y fortuna.



El detrás de escena vía Diagonales

Se enciende la música y se bajan las luces. Los actores saben que esa es la señal que indica que falta poco para subir a escena. Media hora antes del arranque se produce este cambio en el ambiente, pero desde hace  bastante más todos los integrantes del elenco de Babilonia se preparan “para transformarse, para ser otro”, cuenta Morena Pérez, mientras se tapa el tatuaje que tiene en el tobillo. Lo mismo hará su compañera Laura Otero, cubrirá con maquillaje la parte dibujada en su piel que no quiere que se vea.

El camarín de las mujeres está ubicado en el primer piso y es grandísimo. Hay espacio para que las actrices se preparen con comodidad, pero está repleto de vestuario y accesorios por todas partes. El de los hombres, en la planta baja, es amplio, pero también es un área en la cual se almacenan partes de escenografía de otras obras.

A medida que están “listos” con lo que respecta a vestuario y maquillaje, los intérpretes van saliendo de los camarines, y cada uno va ocupándose de sus cosas. Hacen su rutina, lo que creen conveniente para aflojarse. “Nos descolgamos de la cosa del afuera y nos metemos acá”, asegura Laura Lago, quien elige repasar sus escenas en solitario, se concentra para “lo que viene”.

Es ella quien revela que “cada uno ya tiene su recorrido armado” porque “llegamos, saludamos, nos cambiamos y agarramos los elementos. Siempre hay comodidad y confianza con los compañeros, la mayoría no somos amigos pero uno está como en su segunda casa, uno en el teatro está tranquilo. La previa no es sólo los nervios, el teatro se convierte en un hogar donde compartimos. Los nervios empiezan cuando comenzamos a escuchar el murmullo de la gente que entra, sentimos que se va llenando la platea y está la música de sala. Cuando se apagan las luces ahí decimos: te sacan el banquito y que Dios te ayude”.

Experiencia

Babilonia, una hora entre criados es la pieza de Armando Discépolo que el Taller de Teatro UNLP presenta en su sala como la obra principal de la temporada. Durante el 2010 también estuvo en cartel y las sucesivas funciones posibilitaron que los actores fueran adquiriendo ritmo.

“Por más que la venimos haciendo desde hace mucho tiempo, siempre se mantiene algo: la obra hay que contarla”, comienza a explicar Laura Lago, que agrega: “la función nunca está hecha porque siempre es el vivo, ahí nos cae la ficha. Y esa situación siempre genera adrenalina, inquietud, el impulso de estar concentrados para ver si podemos, otra vez, contar esta historia. Todos los actores sabemos que nunca podemos repetir la obra, que siempre es una obra nueva”. Su compañero Ariel Perera coincide: “lo lindo del teatro es que no es nada igual. Nuestro trabajo, el del actor, es seguir explorando para que el personaje se mantenga vivo”. Todos ingresaron al elenco por casting y destacaron la “libertad para laburar” que les otorgó el director Norberto Barruti y su equipo de asistentes.

Está todo armado, hay pocas cosas para pulir o arreglar. Sin embargo, no todas las funciones pero cada tanto, el director y sus asistentes concurren al espectáculo -al igual que el escenógrafo Quique Cáceres, que visita la sala para corroborar que todo esté en orden- para hacer un seguimiento de la obra. Si hay algo para corregir, el momento que tiene el grupo para hacerlo es el día jueves, cuando ensayan, o antes de la función, cuando se marcan algunos puntos o se da alguna indicación. “Siempre hay una mirada desde la dirección. Siempre se recuerda que la obra es difícil, que el género es complejo, porque tiene comicidad pero su fondo es trágico, dramático. Y siempre hay un pedido de concentración en el trabajo y en aquello de lo que habla la obra, la indicación va por ese lado. Es un juego grupal que hay que hacer bien, pero concentrados, para ofrecerle al público lo mejor”, precisa Laura Lago.

Distendidos

El centro del escenario parece ser el punto de encuentro. Allí se forman pequeños grupos que se pasan el mate, otros están tomando gaseosa y algunos comen galletitas. Están los que eligen recorrer la escenografía mientras repasan sus líneas o calientan la voz y relajan el cuerpo.
–Ahí viene mi marido de jugando, voy a aprovechar e ir a fumar un puchín- se la escucha decir a Sonia Simó.
–Chicos, ¿este de quién es? -pregunta Laura Otero mientras levanta un pañuelo para que todos puedan verlo. No consigue encontrar el dueño.

Más a lo lejos, se oye a uno de los actores advertirle a su compañero “no nos vayamos a tentar con lo del príncipe valiente”.

Interactúan entre ellos y, a pesar de concentrarse en lo que llegará en breve, conversan de otros temas, como la comida. Algunos se sientan en las butacas de la platea cuando falta muy poco para dar comienzo a la función. El clima continúa distendido…

La asistente de dirección Mariela Mirc pide la palabra: “hay mucho público, está lleno y, como todo público, es la primera vez que vienen. Así que vamos a disfrutarlo”.

Todos las escucharon con atención, en ronda que de inmediato se deshizo para dar paso al saludo grupal. Besos, abrazos y “mierda, mierda” (la clásica) entre los 15 actores. Está todo preparado para contar esta historia, como a ellos les gusta decir “de los de arriba y los de abajo” y la última frase antes de la oscuridad total es “¡todo lo mejor, vamos que lo hacemos!”.

[El Dato]

Babilonia, una hora entre criados se presenta todos los sábados de agsoto a las 21, en el Taller de Teatro UNLP (10 Nº 1076 e/ 54 y 55). Esta obra de Armando Discépolo cuenta con dirección de Norberto Barruti. Los asistentes de dirección son Maricel Beltrán, Mariela Mirc y Jorge Romero. La iluminación y musicalización es de Luis Viola y la Escenografía de Quique Cáceres.

[Ficha técnica]
Elenco:
Gustavo Sala Espiell
(Cavalier Esteban)
Sonia Simó (Señora Emilia)
Morena Pérez (Emma)
Adrián Dipietro (Víctor)
Horacio Martínez (Piccione)
Alicia Julianez (Carlota)
Laura Otero (Isabel)
Oscar Molinari (José)
Laura Lago (Lola)
Ignacio Ardaiz (Eustaquio)
Oscar Sierra (Alcibíades)
Mónica Wlasiuk (China)
Omar Gioiosa (Otto)
Ricardo Berenguer (Secundino)
Ariel Perera (Cacerola)

0 comentarios :

Publicar un comentario

¡No te pases de fiaca, dejanos tu comentario!